lunes, 28 de mayo de 2018

Luego Existo: El Relato de IG-88 (VII)


VII

IG-88 se encontraba de pie al final de la línea de fabricación, escuchando los sonidos del metal chocando contra metal, de las prensas hidráulicas golpeando, de los componentes siendo ensamblados, de los lubricantes al aplicarse. No podía oler, pero sus detectores de análisis químico detectaban pequeñas concentraciones de materiales de soldadura y sellantes en aerosol flotando en el aire.
Los droides de ensamblaje estaban diligentemente ocupados en sus tareas, trabajando como esclavos. Estaban gozosos por tener consciencia de sí mismos, y se dedicaban con entusiasmo a su trabajo. Libertad. Eso era lo que suponía la gran diferencia.
Al final de la línea de ensamblaje, el último de los probot Víbora negros de Arakyd se activó. Inspector 11, un meticuloso droide de análisis se apartó de su camino. El droide sonda articulado se alzó sobre pequeños cohetes repulsores, flotando, moviendo sus seis piernas segmentadas terminadas en garras. La cabeza plana del probot giró a un lado y a otro, dirigiendo su conjunto de sensores ópticos en todas direcciones, escaneando datos.
IG-88 permaneció inmóvil, esperando que su presencia fuera advertida. IG-88 estaba orgulloso de ser responsable de semejante creación: negro, pulido y hermoso, curvas elegantes, alta reflectancia.
Construido según las especificaciones que Darth Vader y el supervisor imperial Gurdun habían transmitido a Mechis III, el probot era elegante y multifuncional en un rango de actividades mucho mayor de lo que IG-88 podría llegar a ser. Sin embargo, IG-88 había incluido un conjunto secundario de instrucciones que proporcionaba al droide sonda una misión de mayor prioridad en paralelo a su búsqueda para el Imperio. Le gustaba el blindaje negro del probot, su oscuridad. Le recordaba al propio Vader...
Cuando el Señor Oscuro de los Sith llegó inesperadamente a Mechis III, IG-88 se había visto realmente alterado. Mientras observaba a Vader y lo analizaba con varias sondas no invasivas, IG-88 vio que Vader no era simplemente una trivial forma de vida orgánica, no sólo carne caminando... era una perfecta síntesis de hombre y máquina, un cuerpo integrado con componentes droides e inteligencia, imaginación e iniciativas biológicas.
IG-88 había estudiado las cintas de la visita de Vader, analizando cada uno de los fluidos movimientos que había realizado la elevada figura del Señor Oscuro, cada ondulación de su capa, cada movimiento de su brazo. Antes, IG-88 siempre había considerado que los biológicos carecían de valor en todos los aspectos, inferiores a lo que cualquier buen droide podría hacer... pero ahora había comenzado a considerar que tal vez Vader podría ser lo mejor de ambas formas de vida.
El asombro era una nueva sensación, e IG-88 también la analizó.
Al conectarse con sus droides infiltrados en el Imperio, había descubierto que la nave insignia de Vader, el Ejecutor, era un super destructor estelar de ocho kilómetros de largo, provisto de potentes ordenadores y que funcionaba con una tripulación mucho menor de lo que podría esperarse para una versión tan ampliada de un destructor estelar de clase Imperial. La construcción de esa increíble nave de guerra prácticamente había llevado a la bancarrota a varios sistemas.
Los circuitos de IG-88 se excitaron mientras trataba diligentemente de pensar en modos de usar esa información, o tal vez incluso el propio Ejecutor, para ayudarle en sus propios planes.
En la línea de ensamblaje, el Arakyd Víbora rotó sobre su eje con breves y siseantes activaciones de sus cohetes de control de posición. Envió a IG-88 una ráfaga de transmisión codificada a alta velocidad, repleta de miles de preguntas.
¿Quién eres?
¿Por qué estás aquí?
¿Cuál es tu misión?
IG-88 le contestó en su propio lenguaje, respondiéndole de igual modo.
-Eres el último –dijo-. El último de miles que saldréis a explorar la galaxia para buscar e informar.
El droide sonda ya conocía las instrucciones prioritarias de IG-88. Sí, debía informar a Darth Vader... pero también debía enviar otro mensaje detallado a Mechis III. Miles de probots serían los ojos y los oídos de IG-88, espiando la galaxia como uno solo, descubriendo debilidades que los droides pudieran explotar en sus planes de conquista total.
Esos probots también tenían la programación de autoconsciencia, la chispa de inteligencia que IG-88 había compartido con sus hermanos mecánicos. Los droides sonda serían los exploradores de la gran revolución droide.
El Arakyd Víbora extendió una potente garra metálica, e IG-88 la sujetó con su propia mano, sin terminar de comprender qué pretendía el probot. El droide negro apretó la pinza en un agarre que habría seccionado cualquier insignificante apéndice orgánico. Como respuesta, IG-88 aplicó una presión semejante.
No estaba seguro de las intenciones del probot, pero esos droides eran notoriamente inestables... y aún lo eran más por su programación adicional. Eran exploradores suicidas, y lo sabían. Nunca debían ser desmontados o inspeccionados. Los droides sonda llevaban consigo todos los detalles de los sangrientos planes de conquista de IG-88, esperando para ser activados por su transmisión codificada secreta... y los probots no debían ser analizados en profundidad. Disparadores internos muy sensibles activarían la autodestrucción ante la menor probabilidad de ser capturados. Los probots eran prescindibles, y lo sabían en lo más profundo de su ser.
El Arakyd Víbora se enfrentó a IG-88 en una inquietante lucha de poder, como si tratara de determinar si el droide asesino era digno de tal devoción.
IG-88 lo era.
El último droide sonda se relajó y se alzó sobre sus cohetes repulsores, flotando, escaneando, orientándose. Transmitió una breve y tajante despedida, confirmando su devoción a la misión. IG-88 alzó la mirada para ver cómo el probot negro se dirigía hacia la cápsula de carga desde la que sería lanzado a órbita, para terminar siendo entregado a la flota estelar de Vader.
-Ve e informa –dijo IG-88-. Tienes mucho que ver. Arde brillantemente.

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